06-09-2006

Un Paso mas en la Investigación sobre el Autismo

Las causas de este trastorno psiquiátrico están aún muy lejos de ser dilucidadas, pero un estudio norteamericano publicado el pasado mes de julio en la revista Journal of Neuroscience demuestra que las personas que sufren de autismo tienen menos neuronas en una región cerebral encargada de la expresión de las emociones y el comportamiento social.

Diecinueve cerebros pertenecientes a personas fallecidas entre 10 y 44 años de edad que padecían de autismo fueron estudiados por investigadores de la Universidad de California. Empleando una técnica de análisis estereológico o estereotáxico, estos científicos pudieron contar las neuronas ubicadas en la región cerebral -perteneciente al sistema límbico- conocida como “amígdala”, por su forma de almendra. Los pacientes autistas poseen un número significativamente inferior de neuronas en esta zona cerebral, un resultado que confirma la sospecha que hay una relación estrecha entre la amígdala y el autismo.
La amígdala es una parte del cerebro que interviene normalmente en el proceso de memorización de las emociones y en el desarrollo de las conductas sociales. Está implicada, por ejemplo, en el aprendizaje del miedo y en el descifre de las emociones de nuestros pares. Un estudio previo mostró que la amígdala se activa cuando tratamos de adivinar las emociones de los demás al ver las expresiones de su rostro. En los sujetos autistas, la activación de esta región cerebral no ocurre en este tipo de situaciones.
“Este descubrimiento completa otros estudios que sugerían que anomalías de la amígdala contribuían significativamente al déficit de las funciones sociales” que definen el autismo, explica Emanuel DiCicco-Bloom, profesor de neurología pediátrica en la Universidad de New Jersey. Sin embargo, el resultado de este estudio fue juzgado como “un poco sorprendente” por Cynthia Schumann, una de las autoras del estudio. En efecto, si bien la relación entre el autismo y la amígdala ya se sospechaba, el déficit numérico de las neuronas en esta zona es un poco paradójico, puesto que estudios de imagenología por resonancia magnética habían demostrado que la amígdala era significativamente más grande en volumen en jóvenes que padecen de autismo en comparación con sujetos sanos.
Gracias al estudio de la Universidad de California, este vínculo es a partir de ahora certero. No obstante, no asegura que la deficiencia de la amígdala sea la causa del autismo. Existen varias hipótesis al respecto. El déficit neuronal puede por una parte existir desde el nacimiento del individuo o por el contrario resultar de un proceso degenerativo, lo cual ocasionaría el autismo. Otra posibilidad es que la atrofia neuronal de la amígdala sea la consecuencia del autismo, con la desaparición progresiva de las neuronas encargadas de la emoción luego de años de no ser utilizadas por el paciente. Esta pérdida podría por otro lado ser la consecuencia del alto nivel de ansiedad experimentada por estos sujetos.
El vínculo misterioso entre la amígdala y este trastorno del comportamiento debe por lo tanto ser explorado más exhaustivamente en el futuro. Una de las formas de llevar a cabo este tipo de investigaciones consistiría en el desarrollo de técnicas que permitan contar las neuronas de personas vivas, a fin de observar la evolución de su cantidad en sujetos jóvenes autistas. La investigación de este trastorno del desarrollo neurológico es un “proceso de varias etapas”, según subrayó David Amaral, otro miembro del equipo de investigación, quien además agregó: “Por lo menos, ya superamos una de muchas”.

Fuente:
• Suply, Laurent. Un pas de plus dans le recherche sur l’autisme. Le Figaro. 19 de julio de 2006.
www.lefigaro.fr

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