Jorge I. Carvajal Posada
Despertar es saber que la clave de la felicidad es nuestra propia actitud mental y que podemos ser terriblemente pobres, aún cuando seamos ricos, si nuestra actitud mental no es armoniosa.
La crisis tiene un sentido. Nos hace responsables de nosotros. Despierta al sentido de vivir, al enseñar que no hay plenitud posible sin justicia. Conmueve en carne viva el ser, para hacerle comprender que la crisis no es sólo de los otros. Atacar o huir son viejas estrategias fallidas para asumir la crisis. La crisis no se ataca, no se niega, se afronta en su lección, se la escucha en el corazón como a un maestro, sabiendo que, más que una catástrofe, es una oportunidad para aprender otros significados de la vida. Para no repetir las crisis, aprender sus lecciones. ¿Y qué nos pueden enseñar si la afrontamos desde el amor y no desde el temor? Somos vulnerables, nos dice la crisis con dolor. La vulnerabilidad puede ser una fortaleza, nos dice la lección. Cuando somos duros como el cristal, nos quebramos, cuando podemos ser blandos y fluidos como el agua nos adaptamos, toleramos, comprendemos. Nos hermanamos porque nos sensibilizamos al dolor humano. Somos sensibles, nos dice la crisis. La sensibilidad revela el corazón humano, nos enseña su lección. Más allá de la crisis de sensiblería, la auténtica sensibilidad despierta el amor, la solidaridad, el servidor en cada uno. Toda crisis es emergente porque en la sacudida sensibiliza la vida a un nuevo orden. La emergencia es la situación en la que se deben movilizar los más sensibles y genuinos recursos del ser humano; emerge el hombre que hay en el fondo, más allá del egoísmo. Si la vida misma es un proceso emergente de creación y recreación continua, ¿porqué esperar la crisis de la enfermedad para aprender de salud? ¿Porqué esperar la muerte para reconocer el valor de la vida? ¿Porqué esperar que alguien se muera para reconocer cuánto hubiéramos querido darle? ¡Despierta! Grita la crisis. Despertar es el arte de reconocer el sentido de vivir para llenar la vida de sentido. Porque podemos vivir la vida de muchas maneras pero no de cualquier manera. Despertar es descubrir un mundo pleno de significado; encontrar que, más que víctimas, podemos ser creadores de los eventos, que más que preguntarnos porqué nos suceden a nosotros las cosas, podríamos preguntarnos qué estamos haciendo para que las cosas nos sucedan. Despertar es más que lamentarse de lo que la vida hace de nosotros empezar también a preguntarnos ¿qué hemos hecho nosotros de la vida? Despertar es saber que la clave de la felicidad es nuestra propia actitud mental y que podemos ser terriblemente pobres, aún cuando seamos ricos, si nuestra actitud mental no es armoniosa. Despertar es comprender que lo más importante en la vida es tejer una red de relaciones fundamentadas en la compasión, pues de esa amorosa comprensión es nuestra esencia.
Jorge I. Carvajal Posada De www.davida-red.org/
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