13-10-2006

Menopausia
uso apropiado de hormonas y cambios en el estilo de vida normas del momento
Un estudio proveniente de la Universidad de Stanford, California, que acaba de ser publicado en la JAMA, la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, revela que en ese país el uso de hormonas en la menopausia ha disminuido de manera drástica. Sin embargo, muchas mujeres tienen problemas con el manejo de los síntomas. Le decimos cuáles son las alternativas.
Contexto
De la era de “juventud para siempre”, el mito que se creó alrededor de la terapia hormonal de sustitución o suplencia, el nombre técnico del uso de hormonas en la menopausia, se ha pasado a un uso más racional y a recurrir a medidas alternativas para controlar los síntomas severos como oleadas de calor y sequedad vaginal.
La principal razón del cambio de actitud fue la publicación de varios estudios, estadounidenses y europeos, que demostraron que los riesgos del uso de hormonas femeninas como reemplazo de las que habían disminuido al llegar a la menopausia y a la cesación de la función de los ovarios, eran mayores que los beneficios.
El estudio más impactante fue el denominado WHO (Women’s Health Initiative) aparecido en JAMA a mediados de 2002 el cual mostró como beneficios menos fracturas de cadera por osteoporosis y disminución del riesgo de cáncer de colon y como riesgos un incremento en cáncer de mama y de eventos cardiovasculares. Las cifras no eran espectaculares pero sí suficientes para no justificar el empleo de hormonas (estrógenos solos o estrógenos y progestina) solamente para controlar los síntomas inherentes a la menopausia como oleadas de calor (“sofocos”), sudoraciones, resequedad vaginal y coito molesto y en algunos casos inestabilidad emocional.
Estudio reciente sobre uso de hormonas y recomendaciones actuales
El estudio de la Universidad de Stanford al cual hicimos alusión indica que de 58 millones de recetas o fórmulas médicas en 1995 se pasó a 90 millones en 1999 y luego de la publicación de los resultados del estudio WHO las usuarias (medidas indirectamente por el número de recetas) bajaron a 57 millones al año).
El problema radica en que un número sustantivo de mujeres ante la severidad de los síntomas e incapacidad de tolerarlos han optado por retornar a las hormonas y correr el riesgo. Ese número está alrededor de 10 millones. Entretanto el gobierno de Estados Unidos ha emitido recomendaciones acordes con un concepto moderado y no radical del tema. Se sugiere que se empleen dosis bajas de las hormonas y por el mínimo de tiempo posible. El principal productor, laboratorios Wyeth que fabrica Premarin® (estrógenos equinos conjugados) y Prempo® (estrógenos y medroxiprogesterona) ha lanzado sendas versiones en dosis bajas.
Las hormonas en dosis bajas y por corto tiempo son una opción. Otras son: mantener un ambiente frío mediante ventiladores, uso de ropa liviana o ligera, consumir bebidas y alimentos fríos; hacer ejercicio físico; perder peso y dejar de fumar. Las mujeres obesas, sedentarias y fumadoras sufren de síntomas menopáusicos más severos. Prácticas de respiración controlada también ayudan. El coito molesto o doloroso por insuficiente lubricación se alivia con el uso de jaleas como KY.Ciertos compuestos, como la soya, son eficaces porque contienen dosis de estrógenos.

Comentario
La menopausia no puede verse como una enfermedad; es una etapa fisiológica de la mujer, como el comienzo de la menstruación o el embarazo. Puede acompañarse de síntomas molestos y aliviarlos es parte de la tarea del médico (“curar obra (opium) divina es”) pero sin incurrir en riesgos innecesarios.Si existen otros problemas, como la osteoporosis, que pueden agravarse con la carencia de estrógenos en la menopausia, existen tratamientos eficaces como los bifosfonatos.Parece entonces que el péndulo ha regresado al justo medio en cuanto al manejo de la menopausia.

Comentario editorial adicional
El estudio de Stanford y otro publicado en la misma edición de JAMA sobre los alfa bloqueadores, cuyo empleo ha caído como respuesta a una alerta sobre el riesgo de falla cardiaca asociado al uso de esos medicamentos, corrobora que los pacientes están cada día más informados sobre salud y medicina y que responden a las publicaciones.Incumbe al médico: no molestarse porque el paciente esté educado y ansioso de información y en lugar de asumir la vieja actitud de “magíster dixit” (yo soy el maestro y quien sabe) escuche y oriente a su paciente a las buenas fuentes de información, alejándolo de los charlatanes y de quienes solo buscan en la salud propósitos comerciales.

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