29-08-2006

La Alimentación en la mujer

1.- La nutrición en la mujer es el reflejo de su alimentación durante su vida.
Ya que la nutrición es un proceso que se va acumulando a lo largo de los años, y que en algunos casos no muestra sus consecuencias hasta mucho tiempo más tarde, en algunos casos estas deficiencias no se detectan hasta la siguiente generación.
Las deficiencias nutricionales a menudo comienzan antes del nacimiento y perduran durante toda la vida. Por ello, se deberían de adoptar un conjunto de recomendaciones desde el nacimiento y durante toda la vida reproductiva de la mujer para evitar daños en su salud que se mostraran patentes en el futuro.
Para las adolescentes y mujeres en edad reproductiva, es necesario que la ingesta de alimentos sea adecuada y que se administren los micronutrientes necesarios a través de alimentos fortificados o en forma de suplementos vitamínicos y minerales.
Recomendándose la lactancia materna por sus beneficios tanto para la madre como para el niño de forma exclusiva durante los seis primeros del recién nacido, como una forma de evitar infecciones y de proveerle de defensas. A partir del sexto mes de niño, se recomienda el incluir los alimentos de forma paulatina, para proveerle de las necesidades nutricionales que no se satisficieran con la lactancia materna.
En ciertos periodos, las mujeres tienen incrementados sus necesidades nutricionales, durante estos periodos se deberían de seguir las siguientes recomendaciones que se detallan en los capítulos de este tema.

2. La adolescencia (entre los 10-19 años)
Las buenas prácticas durante los dos primeros años de vida del niño reduce enormemente el riesgo de que la niña alcance la edad madura con problemas de peso, los cuales repercutirían en problemas ginecológicos y de partos con niños de bajo peso al nacer. El retraso en la edad del primer embarazo es una forma de evitar recién nacidos de bajo peso.
Las niñas durante la adolescencia experimentan un rápido crecimiento físico y maduración sexual, únicamente superado por el crecimiento que tiene lugar durante el primer año de vida de la niña. Este crecimiento suele tener lugar entre los 12-18 meses antes de la primera menstruación (entre los 10-14 años) y continúa hasta 7 años después de la menarquia.
La dieta de las adolescentes debe de ser rica y variada. Por ello se debe de aumentar el consumo de alimentos para cubrir las necesidades alimentarias durante la época de crecimiento más rápido "el estirón" y crear reservas para el posterior embarazo y lactancia materna. Recomendándose el consumo de frutas y verduras a diario, también el consumo de alimentos de origen animal y sal yodada.
Se recomienda el consumo de alimentos ricos en hierro, o suplementos vitamínicos. Durante la adolescencia, los requerimientos de hierro son más altos por ser una edad de elevado crecimiento físico y por la menstruación.
Muchas jóvenes tienen un bajo consumo de micronutrientes, lo que les ocasiona deficiencias a lo largo de su vida reproductiva. Tratar únicamente la deficiencia de un solo micronutriente puede resultar poco efectiva, porque las interacciones entre los diversos micronutrientes darían como resultado una mala nutrición.
Tal es el caso del Hierro y el zinc que se suelen encontrar presentes en los mismos alimentos, generalmente de origen animal. Por lo que se recomienda, el tratar las múltiples deficiencias que la mujer pueda tener, y evitar por tanto futuras deficiencias durante el embarazo y la lactancia.

3. La alimentación durante el embarazo
El peso promedio que una mujer aumenta durante el embarazo es de 10 kg, aunque en países subdesarrollados (Sudeste Asiático), la ganancia de peso sea solamente la mitad.
Para al principio del embarazo seria recomendable que la mujer supliera su dieta con 200 kcal. al día. Ejemplo de 200 kcal/día puede ser:
Una naranja pequeña, un cuarto de guisantes salteados y una taza de arroz.
En países en vías de desarrollo las deficiencias de hierro en la alimentación de la mujer son muy comunes. Dando como resultado una alta prevalencia de anemia. Se considera que la anemia afecta a 50 millones de mujeres embarazadas y a 320 millones de mujeres no embarazadas. Observándose las tasas más elevadas de anemia en mujeres de la India, Indonesia y Pakistán, y las tasas más bajas en los países desarrollados y Estados Unidos.
Se recomiendan la administración diaria de suplementos de ácido fólico y Hierro
Algunos micronutrientes y vitaminas se encuentran en alimentos que pueden resultar de difícil acceso para la mujer embarazada. Si la mujer no puede consumirlos, las carencias pueden llegar a ser importantes por lo que se recomienda la administración de complementos nutricionales.
Las deficiencias en ácido fólico durante el primer trimestre del embarazo, puede ocasionar al feto daños en el tubo neural, tales como la espina bífida. Estos defectos son prevenibles por la administración diaria de 0.25mg a 0.4 mg. de ácido fólico, en forma de comprimidos o alimentos fortificados durante los seis primeros meses de embarazo.
Se recomienda incrementar los aportes de hierro, principalmente durante el segundo y trimestre del embarazo, porque es durante este periodo cuando el feto, la placenta y el volumen sanguíneo de la madre es mayor.
Estudios realizados en embarazadas muestran que el aporte de hierro de la madre al feto es de unos 300 mg. Por lo que se recomienda que durante los dos primeros trimestres del embarazo el suplemento de hierro sea de 60 mg. al día, y posteriormente en el tercer trimestre de unos 120 mg. al día.

4. La alimentación de la mujer durante la lactancia materna
Comer el equivalente a una comida extra diaria, se recomienda que la dieta de la mujer durante la lactancia materna sea de aproximadamente 2700 Kcal por día, es decir unas 500 Kcal más por día que una mujer no embarazada y no dando de mamar, lo cual equivaldría a una comida más al día.
Si una mujer se encontraba por debajo de su peso antes del embarazo, se recomienda un incremento de 650 Kcal al día durante los 6 primeros meses de la lactancia materna.
Las madres con una buena alimentación y con niveles de grasa almacenada adecuados producen una leche con un mayor contenido en grasa más alto; Por lo tanto, sus hijos necesitan succionar menos para obtener la suficiente energia. Estos niños también reciben aportes de vitaminas y sales minerales.
Se recomienda mantener niveles adecuados de vitamina A y hierro . Las mujeres con riesgo de bajos niveles de vitamina A, se recomienda la administración diaria de una cápsula de vitamina A (200.000 UI) entre el día del parto y 8 semanas después del parto, para mejorar la calidad de la leche materna y reducir la morbilidad maternal.
Se recomienda el administrar suplementos de hierro a mujeres que durante la lactancia materna sufran deficiencias provocada por una pérdida de hierro
Por el contrario, los niveles de proteinas en la leche materna no están relacionados con el estado nutricional de la madre. La alimentación con lactancia materna puede ser satisfactoria para el niño, pero la madre va a ver comprometidos su propia salud y su estado nutricional. Unicamente bajo condiciones extremas de ayuno, la composición de proteinas y de energia de la leche materna se ven afectadas significativamente.
Durante el intervalo entre el cese de la lactancia materna y el siguiente embarazo
Se recomienda un intervalo mínimo de 6 meses para reconstruir y reemplazar la energia y las reservas de micronutrientes que se hubieran agotado durante el anterior embarazo y lactancia.
Los frecuentes embarazos aumentan el riesgo de la madre de mal nutrición, el espaciamiento entre embarazos beneficia tanto a la madre como al hijo. Un niño nacido en un periodo inferior a dos años desde el último embarazo, tiene el doble de riesgo de morir antes de los 5 años que un niño nacido después de los dos años.

5. La alimentación del niño desde el nacimiento hasta los 6 meses
En los recién nacidos se recomienda comenzar la lactancia desde la primera hora después del nacimiento, favoreciendo que en el recién nacido se intensifique el reflejo de succionar y el estado de alerta.
La iniciación temprana también estimula la producción de leche, aumenta los lazos madre-hijo y provee inmediatamente al niño de defensas antibacterianas, antivirales y de las propiedades nutricionales del calostro (primera leche).
Se recomienda el adoptar posturas adecuadas durante los primeros dias que faciliten la toma del alimento por parte del niño. El niño debe de estar colocado junto a su madre, de cara a la mama, con la oreja, el hombro y la cadera del niño en línea recta.
La boca del niño debe de abrirse justo antes de comenzar el amamantamiento, e introduciendo el pezón dentro de su boca al máximo posible. Si esta correctamente situado, los labios circulan alrededor, con la lengua sobre el labio inferior.
Favorecer la postura correcta del lactante. La correcta postura del niño favorece la succión de la leche con eficacia, facilita el movimiento de la leche en la mama, permite una adecuada ingesta de leche y favorece la producción de leche.
La lactancia materna se recomienda como único alimento en niños hasta los seis meses, sin adicionar formas lácteas, ni otros alimentos, ni agua u otros líquidos. La frecuencia de la lactancia debe de ser cada 8-12 horas incluyendo las horas nocturnas. En niños de bajo peso al nacer, se recomienda la lactancia a demanda, es decir cada 2-3 horas y siempre que el niño lo solicite.
La lactancia materna protege frente a infecciones. La lactancia materna difiere de la lactancia artificial en que la lactancia artificial puede provocar la introducción de gérmenes patógenos. Hay evidencia de que la alimentación con leche materna tiene mucho menor riesgo de infecciones, de diarreas e infecciones respiratorias agudas.

6. Alimentación desde los 6 meses hasta los 2 años
La lactancia materna sigue siendo frecuente hasta los 24 meses e incluso después. Por sus propiedades para la reducción del riesgo de infecciones y en el caso de que el niño enferme, se aconseja continuar con la lactancia, incluso en los casos en que el niño rechace otros alimentos.
Conjuntamente con la lactancia materna se comienzan a introducir los alimentos complementarios a partir de los 6 meses. Los alimentos complementarios introducidos en la alimentación del niño son los siguientes:
En los niños de 6 a 8 meses, los alimentos complementarios deben de aportar 280 Kcal. por día, administrándose durante 2 ó 3 veces al día.
(Ejemplo: 1 taza de arroz, 1 cucharada y media de lentejas, 3 cucharadas de vegetales de hoja verde, 1 cucharadita de aceite)
Los niños de 9 a 11 meses, los alimentos complementarios deben aportar 450 Kcal. al día, administrados de 3 a 4 veces al día.
(Ejemplo: 1 taza y media de maíz, 1 plátano, 1 taza de arroz y judías, 1 tomate, 1 filete pequeño de pechuga de pollo)
De los 12 a 24 meses, los alimentos complementarios deben aportar 750 kcal. al día, administrados de 4 a 5 veces al día.
(Ejemplo: 1 taza de arroz, 3 cucharadas de lentejas, 1 taza de aceite, una pieza de pescado, media patata hervida, y 1 pieza de fruta).
Estas tres dietas proveen junto a la leche materna de las suficientes calorías, proteínas y vitamina A específicas para cada grupo de edad. Sin embargo, debido a las dietas son pobres en alimentos de origen animal, las cantidades de hierro y zinc son insuficientes. Por lo que para los niños de 6 a 24 meses, se deberían de dar suplementos minerales.
La dieta debe de modificarse gradualmente en relación con el crecimiento y los requerimientos del niño, aumentándose el grosor del alimento y la variedad.
Al niño se le pueden dar frutas y verduras a diario, especialmente las ricas en vitamina A.
Es posible darles carne, pollo, pescado y otros productos de origen animal a diario
Se recomienda el administrar alimentos enriquecidos en yodo, hierro y vitamina A

7. Hábitos saludables desde los 6 meses hasta los 2 años
Debe de animarse al niño a que coma por si mismo. Favoreciendo la toma de interés por los alimentos cuando el niño este deprimido o con pérdida de interés.
Si el niño rechaza los alimentos, debe de probarse con alimentos de distintas texturas, sabores, consistencias y combinaciones de alimentos.
Debe de hablarse con el niño mientras come, dándole de comer lentamente, con paciencia, minimizando las distracciones durante la comida, y sin forzarlo a comer.
Se recomienda la realización de prácticas higiénicas:
1- Utilizar agua higienizada
2-Lavarse las manos tanto los mayores como los niños antes de la preparación del alimento y el consumo, con agua y jabón.
3- Mantener las superficies donde se preparan los alimentos bien higienizadas. 4- Utilizar cubiertos y vajillas higienizados.
5- Lavar frutas y verduras. Los alimentos deben ser lavados y pelados antes de su consumo, si el alimento no puede ser pelado se recomienda que sea cocinado para matar las bacterias.
6-Los alimentos deben de estar bien cocinados y servirse justo después de su preparación.
7-Evitar las comidas previamente almacenadas, principalmente a temperaturas que puedan favorecer el crecimiento de microorganismos en los alimentos.
En el caso de no poder evitarse el almacenamiento, debe de efectuarse a temperaturas por debajo de los 10 ºC o por encima de los 60 ºC.
Los alimentos acidificados, (por ejemplo el yogurt) o alimentos fermentados son menos objeto de contaminación porque el ácido evita el crecimiento bacteriano.
8-Evitar el contacto entre alimentos almacenados no higienizados y alimentos cocinados.
9-Proteger los alimentos del contacto con insectos, roedores y otros animales.
10-No almacenar alimentos en las proximidades de productos químicos de limpieza.

8. Alimentación del niño a través de la lactancia materna
Incrementar la ingesta de alimentos para apoyar el crecimiento fetal y la futura lactancia. Una mala nutrición durante el embarazo perpetúa el ciclo cerrado de la malanutrición. Aproximadamente un 19 por ciento de los niños nacidos en países en desarrollo son de bajo peso al nacer. Entre las causas de niños con bajo peso al nacer se encuentra la baja ingesta calórica de la madre y baja ganancia de peso durante el embarazo.
Las deficiencias en micronutrientes de la madre se reflejan en bajas concentraciones de vitaminas y sales minerales del grupo I en la leche materna. Si la madre tiene déficits de nutrientes del grupo I (vitamina A, vitamina B1 (también llamada Tiamina), vitamina B2 (o riboflavina), Vitamina B6 (o piridoxina), Vitamina B12 (también conocida como cianocobalamina), yodo y selenio, el resultado son concentraciones más bajas en la leche materna y por tanto un efecto negativo en la salud del niño.
Aumentar el consumo de frutas, verduras y alimentos de origen animal. La alimentación de la madre puede aumentar la concentración de estos nutrientes en la leche materna, mediante un aumento del consumo de frutas, verduras, alimentos de origen animal, alimentos enriquecidos en estos nutrientes o bien por tomar suplementos vitamínicos y de sales minerales.
Por el contrario, el aumentar los niveles de nutrientes del grupo II tienen más ventajas para la madre que para el recién nacido. Al administrarse micronutrientes del grupo II (vitamina D, ácido fólico, calcio, hierro, cobre y zinc) a la madre, bien a través de los alimentos o por tomar suplementos vitamínicos y de minerales, tiene poco efecto sobre las concentraciones de estos micronutrientes en la leche materna. Estos micronutrientes mantienen sus concentraciones en la leche materna a través de los depósitos que tenga la madre almacenados en su organismo. Por lo que el aumentar la ingesta de estas vitaminas y minerales, tienen un mayor efecto beneficioso para la madre que para el recién nacido.

9. Daños ocasionados por deficiencias de micronutrientes
Acido Fólico. En la madre provoca aumentos en el riesgo de anemia. La anemia severa puede provocar incrementos del riesgo de hemorragia durante el parto, y se ha estimado que un 20 por ciento de las muertes durante el parto son atribuibles a la anemia.
La deficiencia de ácido fólico también puede ser la causa de partos prematuros, y por lo tanto ocasionar en el niño, bajo peso al nacer y daños neurológicos.
Yodo. La deficiencia en la madre produce una reducción de la capacidad física por causar aletargamiento y fatiga, y también reducción de la capacidad mental.
Es causa importante de bocio, debido a que la falta de yodo impide la síntesis de las hormonas tiroideas (triyodotironina y triyodotiroxina).
En el niño su déficit también puede ser causa de aborto espontáneo, nacimiento del niño muerto, daño en el desarrollo cerebral, cretinismo y malformaciones congénitas.
Hierro. En la madre incrementa el riesgo de muerte por hemorragia, aborto espontáneo, estrés laboral, y otras complicaciones durante el parto.
Su déficit provoca baja capacidad y productividad laboral. Aumenta la fatiga y la apatía. Por último provoca una bajada de las defensas frente a infecciones.
En el niño incrementa el riesgo de parto prematuro, bajo peso al nacer y mortalidad infantil.
Vitamina A. En la madre el déficit de esta vitamina provoca daños en el sistema inmunitario, aumentando el riesgo de enfermedades severas.
También es causa de problemas en la cornea, ojo seco y ceguera nocturna. Incrementa el riesgo de anemia (por la mala utilización de hierro), aumento del riesgo de infecciones y mortalidad materno-infantil.
En el recién nacido, puede ser causa de bajo peso al nacer y de aumento del riesgo de anemia.
Zinc. En la madre incrementa el riesgo de hemorragia intra- y postparto, y de hipertensión.
En el recién nacido, aumenta el riesgo de aborto espontáneo, bajo peso al nacer, retraso en el crecimiento del feto en el útero materno, y deformidades.

10. Recomendaciones para mejorar la nutrición en cualquier edad
La mujer debe de estar en el peso correspondiente a su edad. Si el peso de la mujer está por debajo de lo normal, se le recomienda aumentar la ingesta de alimentos para proteger la propia salud de la mujer y establecer reservas para un posterior embarazo y lactancia materna.
El consumo de productos de origen animal debe de ser adecuado a su edad. Los alimentos de origen animal son excelentes fuentes de proteínas, grasa y micronutrientes. Sin embargo, en algunas poblaciones el consumo de alimentos de origen animal puede verse reducido por el elevado coste económico que supone.
Diversificar la dieta, aumentando la calidad de los nutrientes ingeridos. El consumo diario de frutas y verduras debe se aumentarse, para proveer al organismo de vitaminas A, C y B6, además de calcio. El consumo de vitamina C además ayudaría a la absorción de Hierro.
Uso de alimentos enriquecidos en vitaminas y minerales (por ejemplo, el consumo de sal yodada, azúcar enriquecido en vitamina A, harinas enriquecidas en hierro), pueden ser necesarios para cubrir las necesidades mínimas de la persona y mejorar el estado nutricional de la mujer en periodos en que puede haber una disminución de estos niveles (crecimiento durante la adolescencia, menstruación, embarazo y lactancia materna).
Algunos micronutrientes están concentrados en solo unos pocos alimentos. Si la mujer no es capaz de acceder a ellos, las carencias pueden llegar a ser importantes sino se administran suplementos vitamínicos o se fortifican los alimentos con ellos.
Deficiencias en micronutrientes contribuyen a una baja nutrición en la mujer, siendo causa de mortalidad materno-infantil, ceguera y retraso mental. Otras deficiencias podrían ser reducción de la capacidad intelectual, laboral y productividad.
Evitar la anemia. La anemia causada por bajo aporte de hierro en la dieta, puede ser disminuida si se realiza una adecuada provisión antes del embarazo, permitiendo prevenir problemas en el recién nacido.

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