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15-05-2007
Los alimentos, causa del 20% de las migrañas
Entre otros, frituras, alcohol, pan fresco y muchas verduras
Para muchos, tomar jugo de naranja, comer un pancho o acompañar la carne con ensalada puede ser sinónimo de migraña, un desesperante dolor de cabeza –muchas veces seguido de náuseas– que aparece de repente y vuelve insoportables los ruidos y la luz.
Y no es para menos. En dos de cada diez personas que padecen migraña –en la Argentina afecta a 4,3 millones de personas, en su mayoría mujeres– puede influir algún alimento ingerido hasta 24 horas antes.
La lista es amplia e incluye alimentos tan variados como pacientes recurren al consultorio médico. Pero los más mencionados durante la consulta suelen ser el chocolate, el alcohol, algún fiambre o queso madurado (azul, brie, tybo o parmesano), las conservas y los fritos, entre muchos más insospechados. Entre éstos están el pan fresco o el saborizado, el arroz, los ravioles y los ñoquis; vegetales como el tomate, la espinaca, la remolacha y la acelga; frutas como la banana, los cítricos, los higos y las frutillas; el yogur, la carne curada o ahumada, y las golosinas dietéticas.
“Como no hay ninguna prueba o análisis de laboratorio que permita diagnosticar la migraña, lo que se hace es eliminar de la dieta los alimentos sospechosos. Pero esto sólo logra que las recomendaciones médicas, aunque con buenas intenciones, priven a las personas de comer alimentos que nada tienen que ver con el dolor de cabeza", explicó a LA NACION por vía telefónica desde Córdoba el doctor Federico Buonanotte, jefe del Servicio de Neurología del Sanatorio Allende, de esa ciudad.
Buonanotte, que es profesor de Clínica Neurológica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), realizó en 2006 un estudio sobre 1200 estudiantes universitarios. Allí, entre otros datos, como el abuso de analgésicos de venta libre para aliviar los dolores de cabeza frecuentes, observó que la comida disparaba migrañas en algo más del 20% de los estudiantes, una cifra similar a la que se menciona en estudios internacionales publicados.
Se calcula que el 12% de la población general sufre migraña (unos 4.300.000 personas), y que la incidencia pasa del 1,5 al 5,5 por ciento entre los 9 y los 15 años de edad. Si un padre padece migraña, los chicos tienen un 45% de probabilidades de sufrirla.
"Lo más importante es que la persona con migraña sepa cómo seleccionar lo que le hace mal y lo evite, pero sin dejar de comer «por las dudas» otros tantos alimentos -agregó el experto-. No hay que olvidar que el dolor de cabeza es algo que los acompaña por años y, cuando el origen es alimentario, los mismos pacientes enseguida asocian ese malestar con algo que los descompone. Es la prueba de ensayo y error la que ayuda a poner en evidencia ciertas comidas."
El médico cordobés desarrolló un conjunto de recomendaciones sencillas y las reunió en el libro Guía alimentaria para pacientes con migraña (Ediciones del Boulevard), con 60 recetas "para ayudar a los pacientes a elegir y saber combinar los alimentos más adecuados", en lugar de prohibirlos.
"La guía es simplemente el resultado de un trabajo que incluye no sólo a médicos y nutricionistas de la UNC, sino también a pacientes, y realiza un análisis de la literatura científica publicada. El objetivo es poner al alcance de todos un instrumento de prevención fácil de usar", dijo Buonanotte.
Orientación nutricional
Sin embargo, lo más conveniente es contar con la orientación de un nutricionista, que retirará ciertos grupos de alimentos cada 15 días y los volverá a incluir para conocer la respuesta del organismo.
"La mayoría de las veces, los médicos jugamos con lo que el paciente percibe, que es el que más sabe del dolor -agregó-. Pero eso es tan individual que es difícil generalizar las soluciones."
No comprender esto es lo que, a juicio del especialista, justamente hace que los médicos les pidan a los pacientes que suspendan rápidamente en una primera consulta el chocolate, el alcohol, los fiambres, los quesos (especialmente los estacionados), las frituras (por el contenido de grasas saturadas), las conservas y las comidas "pesadas", un concepto bastante subjetivo.
Sustancias bajo sospecha
Pero no son los alimentos en sí los que despiertan el dolor, sino sustancias que comparten, como los nitritos y nitratos, los sulfitos, el aspartamo, el alcohol, las metilxantinas (como la cafeína, la teobromina del cacao y la teofilina del té), el glutamato monosódico (GMS) y las aminas biógenas, que se concentran en grandes cantidades en los alimentos añejos o fermentados, el chocolate, los cítricos y el extracto de carne.
Aunque con nombres difíciles, la mayoría de esas sustancias, al menos las identificadas hasta ahora, aparece indicada en las etiquetas de los productos. Otras, en cambio, toman otros nombres, como el GMS, usado para mejorar el sabor y el aroma de los enlatados, dietéticos, congelados y productos de copetín. Los nombres más frecuentes con que se enmascara son: proteína vegetal hidrolizada, caseinato de calcio o saborizantes naturales.
Los sulfitos están en los conservantes de los alimentos y en la cerveza, mientras que nitritos y nitratos son ingredientes de los conservantes y los fijadores del color y del sabor durante el proceso de curado de las carnes. "Por temor, las personas se privan demasiado de ciertas comidas, cuando un nutricionista puede ayudar a individualizar rápidamente el alimento que origina el dolor. Lo que el paciente debe hacer es llevar un registro de las comidas, cuya privación hay que desmitificar", finalizó Buonanotte.
Por Fabiola Czubaj
LA NACION 09.05.2007 Página 1 Ciencia/Salud
Para muchos, tomar jugo de naranja, comer un pancho o acompañar la carne con ensalada puede ser sinónimo de migraña, un desesperante dolor de cabeza –muchas veces seguido de náuseas– que aparece de repente y vuelve insoportables los ruidos y la luz.
Y no es para menos. En dos de cada diez personas que padecen migraña –en la Argentina afecta a 4,3 millones de personas, en su mayoría mujeres– puede influir algún alimento ingerido hasta 24 horas antes.
La lista es amplia e incluye alimentos tan variados como pacientes recurren al consultorio médico. Pero los más mencionados durante la consulta suelen ser el chocolate, el alcohol, algún fiambre o queso madurado (azul, brie, tybo o parmesano), las conservas y los fritos, entre muchos más insospechados. Entre éstos están el pan fresco o el saborizado, el arroz, los ravioles y los ñoquis; vegetales como el tomate, la espinaca, la remolacha y la acelga; frutas como la banana, los cítricos, los higos y las frutillas; el yogur, la carne curada o ahumada, y las golosinas dietéticas.
“Como no hay ninguna prueba o análisis de laboratorio que permita diagnosticar la migraña, lo que se hace es eliminar de la dieta los alimentos sospechosos. Pero esto sólo logra que las recomendaciones médicas, aunque con buenas intenciones, priven a las personas de comer alimentos que nada tienen que ver con el dolor de cabeza", explicó a LA NACION por vía telefónica desde Córdoba el doctor Federico Buonanotte, jefe del Servicio de Neurología del Sanatorio Allende, de esa ciudad.
Buonanotte, que es profesor de Clínica Neurológica de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), realizó en 2006 un estudio sobre 1200 estudiantes universitarios. Allí, entre otros datos, como el abuso de analgésicos de venta libre para aliviar los dolores de cabeza frecuentes, observó que la comida disparaba migrañas en algo más del 20% de los estudiantes, una cifra similar a la que se menciona en estudios internacionales publicados.
Se calcula que el 12% de la población general sufre migraña (unos 4.300.000 personas), y que la incidencia pasa del 1,5 al 5,5 por ciento entre los 9 y los 15 años de edad. Si un padre padece migraña, los chicos tienen un 45% de probabilidades de sufrirla.
"Lo más importante es que la persona con migraña sepa cómo seleccionar lo que le hace mal y lo evite, pero sin dejar de comer «por las dudas» otros tantos alimentos -agregó el experto-. No hay que olvidar que el dolor de cabeza es algo que los acompaña por años y, cuando el origen es alimentario, los mismos pacientes enseguida asocian ese malestar con algo que los descompone. Es la prueba de ensayo y error la que ayuda a poner en evidencia ciertas comidas."
El médico cordobés desarrolló un conjunto de recomendaciones sencillas y las reunió en el libro Guía alimentaria para pacientes con migraña (Ediciones del Boulevard), con 60 recetas "para ayudar a los pacientes a elegir y saber combinar los alimentos más adecuados", en lugar de prohibirlos.
"La guía es simplemente el resultado de un trabajo que incluye no sólo a médicos y nutricionistas de la UNC, sino también a pacientes, y realiza un análisis de la literatura científica publicada. El objetivo es poner al alcance de todos un instrumento de prevención fácil de usar", dijo Buonanotte.
Orientación nutricional
Sin embargo, lo más conveniente es contar con la orientación de un nutricionista, que retirará ciertos grupos de alimentos cada 15 días y los volverá a incluir para conocer la respuesta del organismo.
"La mayoría de las veces, los médicos jugamos con lo que el paciente percibe, que es el que más sabe del dolor -agregó-. Pero eso es tan individual que es difícil generalizar las soluciones."
No comprender esto es lo que, a juicio del especialista, justamente hace que los médicos les pidan a los pacientes que suspendan rápidamente en una primera consulta el chocolate, el alcohol, los fiambres, los quesos (especialmente los estacionados), las frituras (por el contenido de grasas saturadas), las conservas y las comidas "pesadas", un concepto bastante subjetivo.
Sustancias bajo sospecha
Pero no son los alimentos en sí los que despiertan el dolor, sino sustancias que comparten, como los nitritos y nitratos, los sulfitos, el aspartamo, el alcohol, las metilxantinas (como la cafeína, la teobromina del cacao y la teofilina del té), el glutamato monosódico (GMS) y las aminas biógenas, que se concentran en grandes cantidades en los alimentos añejos o fermentados, el chocolate, los cítricos y el extracto de carne.
Aunque con nombres difíciles, la mayoría de esas sustancias, al menos las identificadas hasta ahora, aparece indicada en las etiquetas de los productos. Otras, en cambio, toman otros nombres, como el GMS, usado para mejorar el sabor y el aroma de los enlatados, dietéticos, congelados y productos de copetín. Los nombres más frecuentes con que se enmascara son: proteína vegetal hidrolizada, caseinato de calcio o saborizantes naturales.
Los sulfitos están en los conservantes de los alimentos y en la cerveza, mientras que nitritos y nitratos son ingredientes de los conservantes y los fijadores del color y del sabor durante el proceso de curado de las carnes. "Por temor, las personas se privan demasiado de ciertas comidas, cuando un nutricionista puede ayudar a individualizar rápidamente el alimento que origina el dolor. Lo que el paciente debe hacer es llevar un registro de las comidas, cuya privación hay que desmitificar", finalizó Buonanotte.
Por Fabiola Czubaj
LA NACION 09.05.2007 Página 1 Ciencia/Salud
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